Los estudios realizados en modelos animales de enfermedad de Parkinson demuestran que Atremorine previene la muerte de las neuronas y regenera las neuronas dañadas por el efecto neurotóxico del MPTP. En estudios clínicos, una simple dosis de Atremorine oral (1-5g) eleva los niveles de dopamina, muy disminuidos en el Parkinson (por debajo de 10-20 pg/ml), a cifras por encima de 1,000-5,000 pg/ml en el 98% de los pacientes, con efectos clínicos notables una hora después de recibir el tratamiento.
Atremorine también aumenta los niveles de otros neurotransmisores, sin alterar los niveles de serotonina o histamina. Debido a su acción a nivel cerebral, modula diversos factores hipotalámicos que regulan la función hormonal y normaliza el desequilibrio endocrino que sufren muchos pacientes. Atremorine mejora la actividad cerebral y aumenta la oxigenación del cerebro, en paralelo con la mejoría de la psicomotricidad, reduciendo el temblor, la rigidez y la bradicinesia.
Una de las características distintivas de Atremorine, como agente exclusivo y diferenciado de cualquier otro producto anti-parkinsoniano, es su efecto epigenético. Los pacientes con síntomas de Parkinson presentan bajos niveles de metilación de ADN, reflejando una hipoactividad en la expresión de genes potencialmente asociados a la patogenia de esta enfermedad. Atremorine restablece los niveles de metilación del ADN a valores normales en paralelo al incremento de la síntesis de dopamina y la mejora en la psicomotricidad.
El efecto de Atremorine es genotipo-dependiente, de tal manera que el perfil genómico y farmacogenético de cada paciente determina su poder terapéutico, así como sus propiedades farmacocinéticas y farmacodinámicas.
La prevalencia de enfermedad de Parkinson en diferentes países es de 35.8 a 12.500 por 100.000 (1.601 por 100.000 en Europa y Norteamérica; 646 por 100.000 en Asia), con una incidencia que varía de 1.5 a 346 por 100.000. El Parkinson es más frecuente en hombres que en mujeres, con una prevalencia media de 1.680 casos por 100.000 en mayores de 65 años. En España se estima que más de 150.000 personas sufren Parkinson.