La encefalitis por proteína 1 inactivada por glioma rico en leucina (encefalitis anti-LGI1) es una enfermedad neurológica poco frecuente que se caracteriza por la presencia de anticuerpos en la sangre y el líquido cefalorraquídeo que atacan a la proteína LGI1. Esta proteína se encuentra en las células cerebrales y juega un papel importante en la función normal del cerebro.
Los Síntomas incluyen: (i) Alteraciones cognitivas: Confusión, desorientación, problemas de memoria, dificultad para concentrarse, alucinaciones. (ii) Alteraciones conductuales: Cambios de humor, ansiedad, agitación, agresividad, psicosis. (iii) Crisis epilépticas: Pueden ser de diferentes tipos y severidad. (iv) Otros síntomas: Debilidad muscular, trastornos del sueño, alteraciones sensoriales, dificultad para hablar o tragar.
La encefalitis anti-LGI1 suele afectar a personas de 50 años o más, pero también puede presentarse en niños y adultos jóvenes. Las mujeres se ven afectadas con más frecuencia que los hombres.
La causa exacta de la encefalitis anti-LGI1 se desconoce. Se cree que es una enfermedad autoinmune, lo que significa que el sistema inmunitario del cuerpo ataca por error a las células sanas del cerebro.
El diagnóstico de la encefalitis anti-LGI1 se basa en la presencia de anticuerpos anti-LGI1 en la sangre o el líquido cefalorraquídeo. Se pueden realizar otras pruebas, como una resonancia magnética del cerebro o un electroencefalograma (EEG), para ayudar a confirmar el diagnóstico y descartar otras causas de los síntomas.
El tratamiento de la encefalitis anti-LGI1 se centra en controlar la respuesta autoinmune y aliviar los síntomas. Los medicamentos utilizados para tratar esta enfermedad incluyen: (i) Corticosteroides: Ayudan a reducir la inflamación en el cerebro. (ii) Inmunoglobulinas intravenosas: Ayudan a bloquear los anticuerpos anti-LGI1. (iii) Medicamentos antiepilépticos: Se usan para controlar las convulsiones.
El pronóstico de la encefalitis anti-LGI1 varía dependiendo de la gravedad de la enfermedad y la respuesta al tratamiento. La mayoría de las personas con esta enfermedad mejoran con tratamiento, pero algunas pueden tener recaídas o experimentar complicaciones a largo plazo.
La encefalitis por proteína 1 inactivada por glioma rico en leucina (LGI1) es un trastorno autoinmune que puede tratarse con inmunoterapia, pero los síntomas que persisten después del tratamiento no se han descrito bien. Amaia Muñoz-Lopetegi, del Departamento de Neurología de la Universidad de Barcelona y colegas españoles, estudiaron las características clínicas de los pacientes con encefalitis anti-LGI1 durante 1 año comenzando dentro del primer año después de la inmunoterapia inicial.
Para este estudio de cohorte prospectivo, reclutaron pacientes con encefalitis anti-LGI1 lo antes posible después de haber recibido inmunoterapia convencional para los síntomas iniciales; los pacientes fueron reclutados en 21 hospitales de España. Se excluyeron los pacientes que tenían un intervalo superior a 1 año desde la inmunoterapia inicial, tenían trastornos neurodegenerativos o psiquiátricos preexistentes o no podían viajar al Hospital Clínic de Barcelona (Barcelona, España). Los pacientes visitaron el Hospital Clínic de Barcelona en tres ocasiones: la primera al inicio del estudio (visita 1), la segunda 6 meses después (visita 2) y la tercera 12 meses después de la visita inicial (visita 3). Se les realizó evaluaciones neuropsiquiátricas y videopolisomnográficas en cada visita. Los participantes sanos emparejados por edad y sexo y reclutados en el Hospital Clínic de Barcelona se sometieron a las mismas investigaciones al inicio del estudio y a los 12 meses. Las comparaciones transversales de las características clínicas entre los grupos se realizaron con regresión logística condicional y se utilizó regresión logística binaria para evaluar las asociaciones entre los resultados cognitivos a los 12 meses y las características clínicas antes de la inmunoterapia inicial y al inicio del estudio.
Entre el 1 de mayo de 2019 y el 30 de septiembre de 2022, 42 participantes aceptaron ser incluidos en este estudio. 24 (57%) participantes tenían encefalitis anti-LGI1 (edad media 63 años [DE 12]; 13 [54%] eran mujeres y 11 [46%] eran hombres) y 18 (43%) eran individuos sanos (edad media 62%); 11 [61%] eran mujeres y siete [39%] eran hombres). En la visita 1 (mediana de 88 días [RIC 67-155] desde el inicio de la inmunoterapia), los 24 pacientes presentaron uno o más síntomas; 20 (83%) pacientes tenían déficits cognitivos, 20 (83%) tenían síntomas psiquiátricos, 14 (58%) tenían insomnio, 12 (50%) tenían un trastorno de conducta del sueño de movimientos oculares rápidos (REM), nueve (38%) tenían convulsiones distónicas faciobraquiales y siete (29%) tuvieron convulsiones de inicio focal. Las convulsiones distónicas faciobraquiales pasaron desapercibidas en cuatro (17%) de 24 pacientes y las convulsiones de inicio focal pasaron desapercibidas en cinco (21%) pacientes. En la visita 1, la videopolisomnografía mostró que 19 (79%) pacientes, pero ningún participante sano, había alterado la estructura del sueño (p=0.013); 15 (63%) pacientes y cuatro (22%) participantes sanos tuvieron mioclonías fragmentarias excesivas (p=0.039), y nueve (38%) pacientes, pero ningún participante sano, tuvieron descargas mioquímicas (p = 0.0051). Estas características clínicas y videopolisomnográficas llevaron a inmunoterapia adicional en 15 (63%) de 24 pacientes, lo que resultó en una mejora de estas características en los 15 individuos. Sin embargo, en la visita 3, 13 (65%) de 20 pacientes seguían teniendo déficits cognitivos. Los déficits cognitivos persistentes en la visita 3 se asociaron con la falta de uso de rituximab antes de la visita 1 (odds ratio [OR] 4.0, IC del 95%: 1.5–10.7; p=0.0015), sueño REM sin atonía en la visita 1 (2.2, 1.2–4.2; p=0.043), y presencia de anticuerpos LGI1 en suero en la visita 1 (11.0, 1.1–106.4; p=0.038) .
Las alteraciones clínicas y videopolisomnográficas insospechadas pero continuas son comunes en pacientes con encefalitis anti-LGI1 durante el primer año o más después de la inmunoterapia inicial. Reconocer estas alteraciones es importante ya que son tratables, pueden usarse como medidas de resultado en ensayos clínicos y podrían influir en el resultado cognitivo.
Muñoz-Lopetegi A et al. Neurological, psychiatric, and sleep investigations after treatment of anti-leucine-rich glioma-inactivated protein 1 (LGI1) encephalitis in Spain: a prospective cohort study. Lancet Neurology, March, 2024; 23, 3, P256-266. DOI:https://doi.org/10.1016/S1474-4422(23)00463-5.